LA CORDILLERA DE PIWCHEN

La cordillera del Piwchen sostiene la vida en Chiloé. Desde los últimos bosques de alerces (Fitzroya cupressoides) y cipreses (Pilgerodendron uviferum) corren las aguas y los ríos dando vida a seres diminutos y desconocidos que cohabitan con nosotros este territorio, como la planta carnívora Drosera uniflora, habitante de nuestras turberas de altura.

La memoria y los relatos permanecen vivos en la montaña ancestral. Estos bosques de alerces guardan los secretos más antiguos del territorio. Nuestros ancestros obtenían diferentes utensilios y medicinas desde estos bosques; madera para la construcción de sus dalcas (o canoas) y estopa para el calafateo de embarcaciones. 

Existe una relación permanente y cíclica entre el pueblo originario del territorio y estas antiguas montañas, desde donde las serpientes creadoras se vislumbran con grandeza a través del serpenteo neblinoso del amanecer y el crepúsculo. 

El frío, los vientos y las lluvias han hecho de esta una zona inhóspita para su habitar, no obstante, hay quienes la han recorrido por décadas en busca de sanación. Ante la tormenta, no queda más que refugiarse bajo el bosque. El Cacique Mayor Jorge y el Cacique Juan, ambos del Consejo General de Caciques, son caminantes del territorio ancestral del Piwchen.