UN CASERIO ABANDONADO

Este fue un pueblo de mucha gente, hasta que llegó el gobierno; contaba doña Eduvigis Santana, diciendo, Dios venia en la mañana y se iba bien tarde, después que nos íbamos a dormir. Hoy aquí no vive nadie. Es por culpa del gobierno. Acusa doña Eduviges.

En los años cuarenta cuando llegó el subdelegado enviado por la Gobernación Provincial descubrió que en este pueblo, cuando esto era un pueblo, los niños no tenían certificado de nacimiento, ni los matrimonios estaban casados como la ley manda, ni las casas ni las propiedades estaban inscritas en el registro de bienes raíces. Todos vivían como si estuvieran en el paraíso.

Para acabar con aquel pandemónium que ofendía a Dios y al Supremo Gobierno mandó a buscar al oficial del registro civil, al notario público y al obispo diocesano. En un solo día se bautizaron los hijos, se ataron los matrimonios, se inscribieron las propiedades. A la única calle del pueblo le dieron el nombre de un héroe que nadie conocía. El domingo se fueron las autoridades. El lunes dos parientes se pelearon porque las ovejas entraban en propiedad ajena; dos días después un hombre apuñaló a su vecino porque le robó y mató un cerdo.

Nombre

Luis Mancilla Pérez

63 años

Lugar de residencia

Castro, Chiloé