PROPIEDAD DE LO PERDIDO

A doña Ester de Lourdes sus vecinos la llamaban “Koiña”, y su mente siempre estuvo habitada por espíritus que aparecían con luna creciente, cuando hablando apresurada, recordaba la vez que el finado “Beñeño” Aguilar compitió con el invunche que custodiaba la entrada a la cueva que estaba bajo la colina, pasado el renoval de arrayanes y notros.

El desafío fue quien lanzaba más lejos una piedra. La pedrada del invunche cruzó todo el estero, y doña “Koiña”, señaló el horizonte, indicando como el difunto ganó el desafío. Su pedrada atravesó la mar entera, y fue a hundir el barco del señor Prat, y entonces, enojados vinieron los militares a ordenar este mundo desordenado. Ellos bajaron de una lancha armada, y se llevaron a Isaías Tacul, Presidente del Sindicato de Pescadores, quien aún debe de andar por algún lugar del mundo porque nunca jamás volvió a la isla de Meulín.

En horas de marea vaciante, doña “Koiña”, recitaba el romance de Gerineldo que se fue a Chile a buscar a la bella Blancaflor, que permanecía encerrada en alta torre.

Se fue llevando sus botas de siete leguas, un anillo de oro para sanar orzuelos y una ollita de virtud para no morir de hambre. Semanas y meses anduvo por los Osornos buscando trabajo, y cuando regresó trajo la viruela, un aparato de música y estampitas de primera comunión.

Sin nadie saberlo, doña Ester, en su íntimo desván, guardaba restos de historias y sucedidos que sus abuelos le contaron en su infancia, un patrimonio que hoy olvidamos.

Nombre

Claudio Mancilla Pérez

45

Lugar de residencia

Castro, Chiloé