TATA

Mi tata tiene 78 años de edad. Independientemente de los años que ha recolectado, todavía suelta carcajadas como un niño. Bromea como todos, sobretodo conmigo, y siempre terminamos riéndonos de cualquier tontería, incluso de propia abuela.

Un año después de haber nacido yo, tuvo un terrible accidente, en el cual fue arrollado por un camión, por lo que tuvo que ser operado. Quedó levemente lisiado de una pierna, lo que hace que cojee y le cueste un poco el caminar. Si no hubiera tenido ese accidente, en estos momentos estaría jugando a la pelota, recorriendo todo Castro a pie, e incluso saldría a andar en bicicleta. Lamentablemente tiene limitado el hacer muchas cosas por causa del incidente, pero eso no lo ha deprimido en lo más mínimo, porque a pesar de todo, sigue teniendo ese espíritu que lo ha caracterizado desde que lo conozco.

Él casi nunca se pierde un partido del Colo-Colo, de la Roja e incluso del equipo argentino, ya que por temas de trabajo lo llevó a vivir en Argentina unos años, después regresaba a Chiloé, y volvía al país vecino, así por mucho tiempo. Pero eso no quita el hecho de que sea tan chilote como la papa, ya que aquí es en donde nació, creció y formó una hermosa familia, en donde entre los 4 nietos que tiene, soy la única mujer, pero eso no implica a que me tenga más aprecio que a mis primos.

Quisiera contar mucho más sobre él, sobre sus anécdotas y su vida formando parte de ésta hermosa tierra chilota. Para mí, mi tata es albergador de infinidad de sabiduría, que nos entrega a cada uno que lo visita, por lo que pienso, que podría contener la misma cantidad de cultura que pueda poseer una iglesia o los mismos Moais.