La madera pura y noble, en sus variadas formas, en pequeños trozos aquellos que quedan después que las voraces industrias se la han llevado por años del archipiélago , en camiones que en las noches de lunas , tempestades, fríos gélidos, han atravesado el canal y silenciosamente han llegado, quien sabe a qué lugares del mundo. Mi patrimonio de mi niñez, en formas danzantes de alerce aserrado, ventanas por las que mi rostro miro alguna vez el futuro, lugar de reflexión, lugar de conversación, lugar de pensamientos que la brisa de un atardecer se llevo. Ahora ante mis ojos como un pack de recuerdos.
Eugenia Olavarría Díaz
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Castro, Chiloé