Parece una simple prenda de vestir, y no es así. Para comenzar, se requiere criar ovejitas, estas deben vivir en un lugar limpio para cuidar su lana y así entre el proceso de esquila e hilado se logre juntar la cantidad de lana suficiente para el tejido. La lana en su mayoría es blanca, por lo que para conseguir colores más oscuros hay que teñir, y esto se consigue al hervir hojas, plantas, raíces o barro. Una vez hilada y tejida la lana comienza el mágico proceso de urdir y tejer. Las manitos creadoras de la tejedora van y vienen en el quelgo y las hebras hasta finalizar este hermoso trabajo. El poncho de lana chilote sigue vigente en las nuevas generaciones del archipiélago de Quinchao.
Javier Nauto Melipillán
11 años
Escuela Teresa Cárdenas de Paredes