EL PEQUEÑO BRUJO

La pasada noche mis padres murieron. Murieron peleando por lo que creían debía ser defendido. Murieron junto a la gente de mi pueblo a manos del hombre extranjero que quiere adueñarse de lo que nos pertenece, nuestra tierra, nuestro hogar. Ellos son mas que nosotros, tienen esa coraza metálica que los cubre y armas que destellan fuego y lanzan piedras de las que somos incapaces de escapar.

Resuenan aún en mi cabeza las palabras de mi padre, que debo dar pelea con la mejor arma que contamos, nuestra magia. El abuelo me dice que defenderá cuanto pueda nuestro hogar y no los dejara pasar más allá de Quicavi, que esta misma noche debo partir a iniciarme. Me dice que abuela estará ahí para ayudarme, me besa en la frente y lo veo desaparecer corriendo tras una arboleda a dar cara a los invasores que se aproximan. Parto sabiendo que tendré que pasar siete noches bajo la cascada de Tocoihue, aguantando incansablemente el golpear del agua sobre mi cuerpo; soy capaz de cualquier cosa con tal de ser tan fuerte como el brujo que fue mi padre y mi madre y dar fin a esta lucha de la cual seremos vencedores.